William Anastacio Areas Calvo /
Telica, León, 1954
A Elizabeth Cen Batun,
bióloga maya de Tulum,
Quintana Ro, México.
Ningún comerciante maya que pasara con su carga por el camino entre Tulum en la costa del Caribe mexicano y Yazha en la zona del Petén, Guatemala, podía obviar el Chocolate de Itzel.
Esta era la parada obligatoria de Kinich, mercader que llevaba cargas entre esas ciudades. En época seca se aventuraba a viajar con sus esclavos y carga hasta Copán, en la actual Honduras.
Itzel era una mujer maya preciosa de largo cabello negro, recogido sobre la cabeza en dos hermosas trenzas amarradas con un pañuelo ‒eran la locura de Kinich‒, vestía falda larga y camisa amplia de algodón; con pañuelos de colores tapaba sus hombros.
A veces adornaba el pelo con flores de Cuasquito de diversos colores; también a veces, amarraba sus trenzas solo con el pañuelo. Sus ojos negros y brillantes hacían alusión al significado de su nombre: Lucero de la Tarde.
Itzel vendía el mejor refrigerio en la zona cercana a Tulum, consistía en tortillas de Ojoche con un punto de sal, estas eran asadas al comal, las que comían con miel de Melipona; para acompañar ese rico bocado nada mejor que un Xocolatl, bebida a base de cacao y maíz ambos en polvo, que se obtenían moliendo los granos tostados en un metate o piedra de moler.
Los polvos se mezclaban con agua fresca y se batían con fuerza con un molinillo hasta sacar espuma; a veces se le agregaba miel de abejas, o se servía amargo conforme el gusto del cliente.
El Xocolatl lo servía en jícaras, recipiente elaborado con la fruta del Jícaro del que hay diferentes tipos o especies según el tipo de fruta, esto determina el uso que se le proporciona. La jícara es una vasija que estaba exclusivamente dedicada a servir esa bebida.
Itzel se hacía acompañar de otras mujeres que nesquizaban el ojoche y sobre una piedra de moler lo reducían a masa, a veces mezclaban esta fruta con maíz nesquizado, sobre todo cuando había escases de ojoche.
El negocio se llamaba Chokolazk que significa en maya: beber chocolate juntos, haciendo alusión a una fiesta que realizaban en las poblaciones. Cuando el rey de Tulum visitó ciertas áreas de su dominio, Itzel le sirvió la bebida y él le recomendó ponerle aquel nombre.
Kinich, que en maya significa La cara del sol, trasladaba los productos por su cuenta o por encargo hacia diferentes puntos, era un mercader exitoso, llevaba siempre regalos a Itzel como miel, copal, algodón, cacao, plumas y obsidianas.
Siempre le gustaba pernoctar en ese lugar, donde tenía la oportunidad de hablar con ella y ver reflejado en sus ojos las llamas del fogón y oler el perfume del Copal que quemaba para él.
Esa noche Itzel decidió juntarse con Kinich. Este mandó sus encargos con su segundo al mando, llevándole al rey: cacao, pieles de animales ‒entre ellas dos hermosas pieles de jaguar‒, plumas de quetzal, tabaco, miel, hule y vainilla; además, la solicitud de que le cediera un área para vivir.
Debían regresar con una carga de sal, pescado seco salado, caracoles, plumas de flamingo y una nueva esencia: guapinol, la brea de este árbol huele al incienso; de la mezcla esta brea con la de copal, resulta el espíritu de los dioses.
Con el olor del copal y el copinol quemando en el brasero, se acostaron, gozaron el uno del otro, durmieron felices, amanecieron y decidieron unir sus vidas.
—En quince días haremos la ceremonia de matrimonio ‒dijo él.
—Bien ‒dijo ella, yo no tengo familia porque murieron durante una tempestad; conforme a las costumbres no podrás servir a tus suegros por cinco años.
El matrimonio entre los mayas era de carácter matrilocal, es decir, que el hijo varón tenía que acudir a la casa de su suegro y trabajar para él cinco años, como parte de la familia.
—Me vendré aquí donde vos, solo te pido que no seas celosa.
A la boda asistió el rey de Tulum, quien le cedió un área donde vivieron muchísimo tiempo. En la actualidad, este lugar se conoce como la reserva de la biósfera de Sian Ka’an ‒Puerta del cielo, en maya‒, a diez kilómetros al sur de Tulum. Ahí se fundó un pueblo de los que hoy se ofertan turísticamente como la Riviera Maya.